
Cristina empezó a pintar a temprana edad con la guía de su tutor, el escultor Jorge Yazpik. En 2001 descubrió la belleza del mosaico bizantino que su madre le enseñó y que esta misma aprendió en Rávena, Italia.
Como autodidacta, Cristina ha ido descubriendo diferentes materiales a lo largo de los años. Esto la ha llevado a experimentar constantemente con papel hecho a mano, smalti dorado, smalti de color, porcelana, cerámica, vidrio, fibras, plata y pigmentos.
Ella ha podido modernizar su oficio combinando e incorporando materiales para crear un mosaico único. Sus inspiraciones provienen de la naturaleza y las artesanías de todo el mundo.